Recuento de casos de éxito del programa “Juguemos a Emprender”: Entrevista con Luis Martín Ibarra López.

 A 18 años de trayectoria

Recuento de casos de éxito del programa “Juguemos a Emprender”: Entrevista con Luis Martín Ibarra López.  

Con motivo del 18 aniversario de la organización,  nos dimos a la tarea de contactar algunos de nuestros exalumnos del programa “Juguemos a Emprender” para que nos platicaran sus vivencias y perspectivas sobre su participación con Proeduca, en específico sobre nuestro programa de enseñanza de emprendimiento infantil. Este caso es uno de ellos:  

            1. Platícanos un poco sobre ti: 

Mi nombre es Luis Martin Ibarra López, tengo 25 años, soy un fisioterapeuta y empresario originario de Culiacán, Sinaloa. Acabo de iniciar mi emprendimiento, tengo 6 meses con un proyecto de una residencia geriátrica. Aquí pues prácticamente pasó todo el día, porque acabamos de iniciar y hay que ver las necesidades de nuestros pacientes. Por el momento solo contamos con la estancia permanente del adulto mayor, por lo que requiere 24 horas de cuidado. También tengo una tortillería, que la puse cuando iba en la prepa, aproximadamente hace 7 años, con el objetivo de solventar económicamente los gastos de mis estudios universitarios. Hasta el momento sigue funcionando, “no es un negocio con el que voy a salir de pobre o me haré rico” pero sigue funcionando y eso me da la estabilidad económica para solventar los gastos de mi casa. 



            2. ¿Qué recuerdas de tu participación en el programa de emprendimiento de Proeduca Sinaloa?

Estaba en la escuela primaria Agustín Melgar, en quinto de primaria, cuando el programa de Proeduca llegó a la escuela, se llamaba Pequeño Niño Empresario en aquel entonces. Recuerdo que lanzaron la convocatoria y la directora me invitó porque era como bien aventado, a todo le entraba. Era un poquito desastroso en la primaria… si era desastroso, pero siempre fui el primer lugar en desempeño académico. Tenía como esas dos partes en mi personalidad.  

Para el programa de Proeduca nos convocó la directora y formó un grupo de 6 alumnos, aunque hacia el final salieron dos. El proyecto se basaba en el reciclaje de plástico, pero era un poco complicado porque no contábamos con el material. Se modificó de reciclaje de papel (libretas) para hacer adornos para las casas (portarretratos, cazuelas, etc.) a manualidades con papel reciclado. El concurso recuerdo fue en el parque 87. Admito que si fue algo laborioso tratar de concretar un producto, ya que tuvimos que investigar el proceso de como transformar y reciclar el papel. Éramos unos niños, no teníamos nada de conocimiento al respecto. Y además no era como ahora, que, con el acceso al internet, un video de Youtube ya te da por lo menos los principios de cómo comenzar un proyecto. 

Conseguimos bastidores para deshidratar el papel y si no mal recuerdo ganamos el 2do o 3er lugar. Después hubo otro evento promovido por la organización, de nuevo se lanzó la convocatoria y volvía a participar, Jugar a Ser Niño Presidente por un día. 

Lancé propuestas, me explayé en el escrito. Recuerdo que escribí miles de cosas, creo que en ese momento era alcalde de Culiacán, Jesús Vizcarra. Y pues volví a ganar la convocatoria, era una cosa como el que tuviera más iniciativas o más propuestas. Pero en realidad, una cosa me llevó a la otra (ganar el concurso de Proeduca y el niño presidente) y de cierta manera me hizo sobresalir en la escuela y nos posicionó como grupo y también como plantel a nivel estatal. Ya sabes, si logras sobresalir en la escuela los maestros te señalan y te identifican como un buen prospecto para lo que venga. 


Particular a la metodología de emprendimiento infantil, nos enseñaban a como elegir el producto y te daban bases, pero había libertad en el niño para escoger que vendías. En ese momento no estaba el marketing como ahora, te estoy hablando de más de 10 años, la realidad era venderlo como en un mini mercado en la escuela y sí tuvo buen impulso con los padres de familia. Sólo que como en todo, tuvo muy buen impulso al principio, pero ya más hacia el final, muchos de mis compañeros no quisieron seguir, o les dio flojera… no supieron cómo trabajar en equipo, etc. Eran muchas las concomitantes que los orillaron a abandonarlo y quizás a otros eso fue lo que nos impulsó a seguir en el proyecto. 


        3. Antes de Proeduca, ¿Alguien más te había hablado del emprendimiento?

 Mira, realmente, yo vengo de una familia de clase media, pero que nunca han sido empleados o han sido sus propios empleados. Mi mamá siempre ha sido comerciante, duró años trayendo ropa y joyería para vender desde Guadalajara. Y por otra parte mi papá, tenía un taller de aire acondicionado automotriz. Y desde niño yo fui bien metichillo, me quería involucrar con el trabajo del taller a como diera lugar. Cuando empecé en el taller tenía 9 años, y mi papá no me quería ver ahí, me decía “Ya vete a estudiar”. Pero insistí y al poco tiempo ya trabajaba ahí con él y poco a poco fui tomando el rol en que los clientes me veían como el hijo del dueño, como alguien capaz de atenderlos. Y la verdad me gustó, nunca en mi vida he trabajado para alguien más, a lo mejor fui a ayudar a algún compañero al taller. Pero siempre valoré la independencia de tener tu propio negocio.

¿De ahí nace no? el querer emprender un negocio y poder depender de tus propios clientes. 

Una tía tiene una tortillería y cuando se iba de vacaciones me encargaba estar al tanto del negocio. La verdad su tortillería es muy exitosa, entonces yo me daba cuenta de las ganancias, se iba una semana y yo me daba cuenta de los ingresos y lo que te va quedando. De ahí nació mi idea de poner una tortillería, pero no tenía los recursos. Era un chamaquillo de 15 años, de donde iba a sacar los 200,000 pesos para comprar la maquinaria. Recuerdo que en la casa había dos carros abandonados y uno de ellos se había descompuesto, y mi papá me dio la oportunidad de arreglarlo y venderlo para de ahí, obtener ganancias. Y eso hice, continúe comprando carros descompuestos y los vendía mejorados. Hasta que obtuve dinero suficiente para poner mi propia tortillería, con apoyo de mis familiares. 

Yo mismo armé la maquinaria - aunque realmente no sabía cómo hacerlo, lo fui descubriendo sobre la marcha - y busqué un lugar para instalarme. Armé un mostrador de madera y me lancé. 

Recuerdo que fue un desastre el primer día, yo atendía a los clientes, repartí las tortillas en una moto, arreglaba la maquinaria. Pero me animé y eso es lo importante. Así estuve durante la mayoría de mi adolescencia. Me cambié a la prepa nocturna para poder atender el negocio durante el día, mi mamá me ayudaba durante algunas horas, pero en su mayoría yo lo administraba. 

“Fue mi deseo de la independencia lo que me llevó por el camino del emprendedurismo, me gustaba tener mi propio horario”


          4. ¿En su momento comprendiste la misión del programa “Juguemos a     Emprender”? ¿Cuál era su objetivo?

 “Reflexionando, creo que del Programa Pequeño Niño Empresario soy el único que tiene negocio, el resto no continuó con algún proyecto de emprendimiento” 

Es importante mencionar que no es sencillo, el primer año o dos de emprender, es apretar económicamente en lo que arranca el negocio y de frutos. Pero es mucho aprendizaje, “aprendes a agarrarle sabor y cariño a tu negocio. Y haces todo lo posible por no perderlo” 

Para mi negocio de la residencia Geriátrica, fui de todo, plomero, albañil, administrador, comprador de equipo. Y así fue como aprendí todo, me dije a mi mismo, “no creo que lo eche a perder o sí sí, me va a costar, pero me dejará un aprendizaje”: 

Para mí el programa de Proeduca representó una oportunidad de conocerme, aprender y de resaltar las habilidades de la escuela. Fue como un impulso para motivarnos a encontrar soluciones, a llegar más arriba. Y considero que el objetivo del programa siempre fue ese, darte a entender a que siempre tenías que aspirar a “Ser algo más de lo que estabas posicionado en ese momento” y que un camino para cumplir ese objetivo era el emprendimiento. 


        5. ¿Cuál fue la motivación para continuar con tus estudios y/o emprender?

Mi decisión de continuar con mis estudios, en lugar de dedicarme directamente a mi negocio al finalizar la prepa, fue la visión a futuro. Recuerdo que un amigo de la familia me comentó que se había abierto una carrera nueva, fisioterapia, que era una carrera muy buena y que tenía mucho desarrollo y potencial. A mí me interesó ese giro de negocio. 

Al principio no me había inscrito en esa carrera, estaba en la escuela de derecho, pero realmente no me llamó la atención y gracias al consejo de mi amigo, comencé a ir de oyente a las sesiones de la licenciatura en fisioterapia.  Estuve muy aferrado, ya me ubicaban los profesores de las clases, pero me decían que tenía que esperar al siguiente semestre o hasta el siguiente año para poder tener una oportunidad e inscribirme. Igual seguí asistiendo a las clases, me decían que no podía estar ahí porque no estaba en listas, pero yo respondía que la universidad es pública y tenía derecho a escuchar. Estuve así cerca de 4 meses, hasta que un día el coordinador me llamó y me dijo, “ya me di cuenta que no te vas a ir, vale más meterte al sistema”. Y así fue como comencé mi licenciatura. Ya en los últimos semestres fue cuando comencé a pensar cómo podía conjugar la terapia con el emprendimiento y me di cuenta que una clínica era una buena opción. 

Cuando finalicé la carrera y di mis primeras terapias particulares, varios de mis pacientes eran papás de familiares o amigos que estaban en asilos o en condición de cuidados permanentes. Por lo que me di cuenta de las necesidades que había para ese sector de edad y las necesidades particulares de los asilos. Dure dos años como fisioterapeuta particular y además tenía ahorros porque toda la carrera me la lleve en la tortillería y reparando autos chocados. Por lo que cuando me decidí a abrir mi propio negocio, fue un asilo; porque creía que era lo más redituable para mí y además lo más necesario para los pacientes. Mi familia me decía que estaba loco, que cómo iba a poner un asilo, igual eso me decían con la tortillería, pero que eso no te detenga. 

Todo mi dinero que tenía ahorrado me lo gasté en la remodelación del espacio donde ahora está la residencia, toditito, porque la verdad si necesitaba bastantes adecuaciones, la casa estaba casi en completo abandono. Pero después de meses de hacerla de albañil, terapeuta, jardinero, todólogo, recibí a mi primer residente el 12 de diciembre. Faltaban algunos detalles, pero la casa estaba completamente funcional. Me comenzaron a contactar familiares de mis pacientes a los que atendía a domicilio, que sabían que estaba abriendo una residencia, para que instalara a sus padres/familiares que se encontraban aislados porque en sus casas había casos de Covid. Ellos confiaban en mí y así conseguí mis primeros 5 pacientes, que actualmente continúan conmigo; aunque sus familiares estén recuperados, los adultos ya no se quieren ir, les gusta el estilo de vida en la residencia. Hay personas de su edad, conviven y hablan de temas relacionados al adulto mayor. También se ejercitan y crean rutinas que les dan una mayor calidad de vida. 

“El adulto mayor puede ser complicado, pero en realidad deja muchas enseñanzas” mucha gente los ve como una carga, pero en la residencia realmente son una fuente de aprendizaje e inspiración muy grande. 

Quiero recalcar que antes se tenía una imagen muy negativa de los asilos, se les asociaba con maltrato o abandono. Este es un concepto que nosotros buscamos cambiar, mi negocio lo denominamos como una residencia porque las personas vienen a cambiar su estilo de vida y a vivir su nueva etapa. Sus familiares los visitan constantemente y la realidad que viven es muy distinta a la que se imaginaba antes. Además, es la tendencia, por el estilo de vida que llevamos es muy probable que en el futuro muchos de nosotros vivamos nuestros últimos años en un lugar así.     


 6.   Para concluir, ¿Qué le dirías a los niños de tu escuela, Agustín Melgar, que ahora se encuentran participando en el programa de Juguemos a Emprender?

Que sigan con su esencia de las ventas, no se frenen porque alguien les negó la entrada a algún lugar o les diga que no pueden hacer. Que continúen buscando nuevas maneras de crear negocios, no se limiten. Y, además, si se encuentran actualmente en el programa, traten de explotar al máximo lo que saben hacer, lo que les gusta hacer y usen los aprendizajes que brindan en Proeduca. Y si ustedes sienten que son buenos para algo, traten de desarrollarlo, de mejorar sus habilidades. 

Creo que es importante mencionar que la escuela puede ser un semillero de talento, si al niño le gusta dibujar, que dibuje, que le inculquen el desarrollo de su habilidad nata. Igual con los niños que tienen interés por las ventas o el comercio. Y eso fue algo que creo que se reforzó con la intervención de Proeduca en nuestra escuela.  

Hoy en día hay mucho contenido del estilo “Los secretos de la mente millonaria” o “Sigue estos 10 pasos y hazte rico”, eso es una falacia, una mentira. Lo que te lleva al éxito es la experiencia y eso se puede inculcar desde niños promoviendo las habilidades que he mencionado antes.   


Desde la Familia Proeduca Sinaloa agradecemos el tiempo y la disposición de Luis Martín para platicar con nosotros, su testimonio es el primero de una colección de casos de éxitos que iremos recolectando y publicando en nuestro blog y redes. Consideramos muy importante que conozcan los frutos del trabajo conjunto que ha sido el método de intervención Proeduca Sinaloa. Y aprovechamos de nuevo para agradecer a todos nuestros aliados tanto del sector público como privado, otras organizaciones civiles que han permitido que nuestro proyecto tenga los alcances que hoy tiene. Historias como las de Luis Martín son las que nos motivan para seguir trabajando.  

Entrevista y edición elaborada por Erika Bermúdez.

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